8 Maneras para Educar a los Hijos a Cooperar


8 Maneras para Educar a los Hijos a Cooperar
1- Involucrar al niño en las acciones.
Una frase muy adecuada, sobre todo durante los primeros años es “Ahora, nosotros haremos….” le enseña y ayuda a hacerlo. Le das distintas alternativas, no muchas, 2 o 3, según la edad y le comentas cuáles son.
Crear rutinas y pautas con él

Los pequeños aprenden muy bien con la rutina que les ayudará a ser autónomos. Puedes crear rutinas para casi cada aspecto de su actividad diaria: para levantarse,  para ir a dormir, para vestirse, etc… Les gusta saber lo que debe hacer y hacerlo siempre igual. Se puede crear un cartel con dibujos o fotos de las cosas a realizar que te ayudará a guiarle y preguntarle: “y ahora ¿qué toca hacer?”

Ante una lista de alternativas, el niño se siente importante. Tiene el poder de elegir y, además, se le da la oportunidad de trabajar su habilidad de pensar al tener que reflexionar sobre qué debe elegir. En edades tempranas, las alternativas que dan la posibilidad de ayudar son las más elegidas y deseadas por el niño. Por ejemplo:  “¿Quieres cargar en el coche tus juguetes o tu manta? Tú decides”. Añadir “tú decides” le hace sentir importante. Si propone otra alternativa, se le dice “Esta no era una de las posibilidades. Puedes elegir entre “esto” o “esto””.
Proporcionar oportunidades para que preste su ayuda.
Es una manera ideal de evitar la aparición de situaciones que lleven a disputas y fomentar, por el contrario, momentos de acercamiento. Si suele resistirse a subir al coche, puedes decirle “¿Puedes llevarme las llaves del coche y abrir las puertas?” Seguro que accede deprisa y contento.

2- Enseñar respeto siendo respetuoso

La única manera cómo el niño aprende respeto y obediencia es viéndolo en la práctica, es decir, imitándolo de las personas que le rodean.
Si lo avergüenzas o humillas con frases como “pareces sordo porque no haces lo que te digo” o “eres un tozudo porque haces lo que quieres y no lo que te pido”, lo estás tratando sin respeto y sólo consigues que el niño aprenda a tratar a otros de la misma manera irrespetuosa. Si estás en el parque, no puedes pretender que, de pronto, deje de jugar cuando le dices “venga, nos vamos”.  Él está a gusto jugando y no lo entiende. Una manera correcta de actuar es avisarle y decirle “En 5 minutos nos vamos”. Si puedes llevar un reloj con alarma, le pides que te ayude a programar los minutos, se lo pones en el bolsillo y cuando suene, deberá estar preparado para marcharse. Seguro que de este modo, o con pautas parecidas, se pueden evitar muchas discusiones.


3- Utilizar el sentido del humor. Inventar retos divertidos.

Nadie s dicho nunca que ejercer de padre deba ser aburrido o desagradable. Las risas suelen ser una manera frecuente de manejar una situación.
Debes ser imaginativo y pensar en formas divertidas para realizar tareas poco atractivas: “Me pregunto si puedes ponerte el pijama más deprisa que mamá”. Es increíble como los pequeños pueden resistirse a una orden directa , pero actúan inmediatamente si les dices, por ejemplo, “creo que no podrás recoger los juguetes antes de que haya acabado de contar hasta 10, ¿podrás?”.

4- Comprender su mundo. Entrar en su mundo.


Es fundamental que como padre entiendas las necesidades y limitaciones de tu hijo en sus distintas etapas de desarrollo. Comprender su mundo significa ver las situaciones desde su perspectiva, poniéndote en su lugar, y reconociendo sus habilidades y dificultades.
Tenemos que preguntarnos más a menudo “¿Cómo actuaría yo si tuviese su edad?”

La empatía no significa que estés de acuerdo con su actitud, sino que la entiendes. Si estás en el parque y ha llegado la hora de irse. El niño se niega después del previo aviso, te acercas y lo abrazas mientras le dices “entiendo que te disguste dejar el parque ahora y que quieras seguir jugando, pero es hora de marcharnos”. Mantén el abrazo unos segundos para que asuma sus sentimientos. En esta situación le has mostrado empatía, le has dicho que le entiendes, pero le has mostrado tu desacuerdo con lo que él deseaba de una manera cariñosa. Si hubieses cedido a quedarte un rato más, no le habrías dado la oportunidad de aprender a través de su propia experiencia que es capaz de sobrevivir a momentos de frustración.

5- Hablar cuando se está seguro de lo que se desea decir. Cumplir con lo que se dice de manera firme y con cariño.

El niño normalmente nota cuando dices las cosas con convencimiento y cuando no. Por tanto, es mejor hablar poco o decir sólo lo estrictamente necesario! Así, utilizas las palabras para enseñarle lo que puede hacer y no perderás energía ni tiempo y evitarás castigar por lo que no ha hecho. Pronunciar demasiadas palabras suele llevar a discusiones o “guerras” de deseos. Las pocas palabras que digas tienen que ser pronunciadas sin enfado pero de modo firme y amable.
6- Tener paciencia.

Es totalmente necesario mentalizarse que la tarea de educar a tu hijo es constante y se prolonga bastante en el tiempo hasta que sea capacidad de entendimiento. Puedes animar al niño pequeña a compartir, pero no esperes que entienda por qué debe hacerlo cuando no le apetece. Si no quiere hacerlo, hemos de entender que es una actitud normal es estos primeros años y que no se trata de un comportamiento para desafiarte. Le puedes ofrecer otros juguetes para los otros niños y retirarle con cariño el objeto de la discordia durante un rato.

7- Ofrecer mucha supervisión, distracción y redirección.

Rudolf Dreikurs dijo “cierra la boca y actúa”. Es mejor minimizar las palabras y maximizar las acciones.

Es mucho más efectivo tomar al niño de la mano y llevarlo a dónde debe ir o enseñarle a hacer lo que debe hacer en lugar de decirle “no vayas allí” o “no hagas esto”. Por ejemplo, decirle “no golpees al perro” deberías sustituirlo por “ven, mira, debes acariciarlo así” y hacerlo con él. Si te das cuenta que el niño no entiende el “No” de la manera que consideras que debe hacerlo, es mejor poner en práctica alternativas que le indiquen cómo debe hacerlo.

8- Aceptar que tu hijo es único.
Tienes que tener presente que cada niño se desarrolla a un ritmo distinto y que muestra distintas habilidades. Si esperas o pides a tu hijo que haga algo que, realmente, no puede hacer, entonces aparece la frustración tanto en ti, como madre, como en él por no cumplir con tus expectativas. Se debe evitar esta situación siendo bien conscientes de sus capacidades y habilidades. Si tu hijo de corta edad no es capaz de estarse quieto en un restaurante y el hijo de tus amigos sí, no debes frustrarte, tienes que entenderlo y decidir si sólo irás a comer a restaurantes cuando puedas dejarlo con los abuelos o bien, esperarás a que tu hijo madure para ir a los restaurantes también con él.
Estas han de fomentar la cooperación de nuestro hijo deben servir de guión básico para que la tarea diaria de educar a los hijos deje de ser un constante de situaciones de disputas y frustraciones. Son pautas que deben aplicarse el día a día con perseverancia, eligiendo la que mejor pueda funcionar en cada ocasión dependiendo de tu estado de ánimo y del de tu hijo




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